Los médicos alfin descubrieron la razón porque Wang Tianqing sufría de lo que parecían ser ataques epilépticos desde hace dos décadas: en su cabeza encontraron una bala de dos centímetros, ya algo oxidada con el tiempo.
En 1988 Wang Tianqing, quien vive en la ciudad de Zhangjiakouin en la provincia de Hebei en el norte de China, cayo inconsciente cuando iba hacia su casa. Tianqing pensó que le habían pegado una pedrada en la cabeza con una honda. Se despertó en el hospital, recibió medicamentos contra la inflamación y los médicos le dijeron que se fuera a su casa.
Poco tiempo después comenzó a sufrir de ataques epilépticos que empeoraron con el tiempo. Un día que se encontraba en tratamiento contra sus convulsiones en el hospital los médicos detectaron la bala en una tomografía (TAC).
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